España
Los
trabajadores de Correos han convocado varias huelgas en los últimos
meses impulsando los rumores de privatización y de EREs encubiertos que
comenzaron a circular y que fueron rápidamente acallados por las voces
acreditadas del Gobierno. Sin embargo, ¿qué hay de verdad en eso?, ¿por
qué se empeñan los trabajadores en seguir en la calle?
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En estas movilizaciones, los trabajadores han denunciado una privatización encubierta
de la empresa postal, la cual, ha dejado de estar regida por el Estado
para pasar a manos del Grupo SEPI, un órgano estatal que está cogiendo
las riendas de, por ahora, 16 entidades públicas como Navantia, Tragsa,
RTVE, Agencia EFE, o Ensa y la participación minoritaria en, por
ejemplo, IAG (Iberia).
Además, señalan la pérdida de calidad
en el servicio público y los despidos de casi 18.000 empleados en los
últimos años a través de diversas reestructuraciones de las llamadas
‘secciones’ y que suponen el territorio de reparto del que se encarga
cada cartero. “Cada día es más terreno y la demanda, lejos de bajar como dicen, aumenta”, asegura uno de los trabajadores destinados en reparto.
La historia desde el principio
Pero empecemos desde el principio. El 1 de abril de 2008 Correos convocó el examen para el “ingreso de personal laboral fijo” –tal y como se auto define en el encabezado del mismo- pero tenía una trampa. La prueba constaba de cien preguntas tipo test con un máximo de 90 puntos y una opción al final: “marque con una cruz las condiciones de trabajo que desea: fijo discontinuo o fijo a tiempo completo”. Una cruz que les ha perseguido hasta hoy.
Independientemente
de la antigüedad en la empresa, los méritos o la calificación en el
examen, aquellos aspirantes que aprobaron y marcaron la casilla de ‘fijo discontinuo’ obtuvieron plaza inmediata en la empresa a tiempo completo -plaza fija-
mediante un concurso de traslados, el único que se ha convocado en los
últimos 7 años. El resto fueron recolocados con la promesa de obtener su
plaza fija a tiempo completo en un año.
“En
ese momento no marqué nada porque podía dejarse en blanco, días más
tarde a algunos compañeros, los de menor nota, les invalidaron el examen
a pesar de haber aprobado, a otros les hicieron parciales y a mí me
asignaron como fijo-discontinuo… no sabía lo que iba a suponer”, me cuenta una de las trabajadoras de la empresa pública.
Aunque parezca contradictorio, la situación de parciales y fijos discontinuos en Correos podría resumirse con este titular: “Sobrecarga de trabajo con falta de ingresos”. Y es que la situación económica para muchos trabajadores comienza a ser crítica.
¿Cuál es la situación de los trabajadores actualmente?
Atentos
siempre a un posible SMS que les avise de cuándo deben acudir a las
oficinas de Recursos Humanos para firmar un nuevo contrato. Un SMS que,
con suerte, llega tres ocasiones al año y que, en caso de no ver, podría suponer la salida de la empresa o, de ser trabajador de clasificación, de la bolsa de empleo.
“No
puedes hacer planes ni a corto ni a medio plazo porque nunca sabes si
tendrás o no trabajo. El año en que nació mi hija sólo trabaje cuatro
meses pero tuve que pagar una guardería todo el año porque no sabía
cuándo me iban a llamar. Es una inestabilidad constante que te afecta
psicológicamente”, critica una trabajadora que denuncia la falta de conciliación familiar de la empresa.
A
esta situación, además, se suma la falta de respeto de los periodos
festivos y las vacaciones. De hecho, según figura en el texto de los
propios contratos de fijo-discontinuos creados por Correos “la
duración de las vacaciones anuales será de un mes natural por cada año
completo de servicio o en forma proporcional al tiempo de servicios
efectivos”, sin embargo el tiempo máximo de este tipo de contratos es de cuatro meses, en las campañas de verano.
Unos contratos insuficientes para poder pagar las facturas teniendo en cuenta que los fijos-discontinuos cobran una media de 1.200€ brutos
los meses que trabajan, que pueden llegar a quedarse en 900€ ‘limpios’
en algunos casos, según el IRPF y las condiciones de cada uno de los
trabajadores. Mientras que el sueldo de los que cuentan con un contrato a
tiempo parcial, es decir, fines de semana –existente sólo en la Comunidad de Madrid-, apenas supera los 400€ el mes que trabaja completo.
Despidos y EREs encubiertos
Por
otro lado se encuentran los trabajadores de reparto, o lo que es lo
mismo, los carteros, los cuales únicamente son avisados en las campañas
de verano (de junio a septiembre) y de navidad (diciembre y enero) –y con suerte- y a los que, además, les están afectando las reestructuraciones de la empresa.
Y
es que, según denuncia la Plataforma de discontinuos y parciales,
creada por uno de los trabajadores de Salamanca afectado por esta
situación, la plantilla de Correos España se ha visto reducida en 20.000
personas en siete años debido a los centenares de trabajadores a los
que se les invalidó el examen así como a aquellos que hayan renunciado a
uno de los puestos ofrecidos y, con ello, al contrato.
“Hemos
pasado a ser 65.000 en 2007 a 45.000 en 2014, con lo cual quiero hacer
ver que Correos está realizando un ERE encubierto y que los discontinuos
y parciales no estamos llevando la palma”, denunciaban en un comunicado.
Sin botas de seguridad, con palés acumulados que impedían el acceso a las salidas de emergencia
y sin abrigos con los que guarecerse de las corrientes los trabajadores
vieron como, a pesar de las horas extra, los palés se iban acumulando
en los almacenes de la T-4 de Barajas en pleno mes de diciembre.
“Somos
insuficientes. En navidades no había gente suficiente y tuvimos que
repartirnos palés de 5 metros cuadrados llenos de paquetes de gran
tamaño que había que descargar, uno para cada una, porque las mujeres
somos las que descargamos mientras los hombres los transportan con el
toro mecánico”, denuncia una de las componentes de la plataforma.
“Los sindicatos nos han vendido”
Y por si esto no fuera suficiente, la mala negociación de los sindicatos
mayoritarios (CCOO, UGT y C-Sif) fue crucial para empeorar la situación
ya que, después de todo, el anterior acuerdo obligaba a Correos a
llamar al personal fijo-discontinuo durante las campañas de verano y
navidad, las cuales se veían reducidas cada año.
Sin embargo, el cambio de una palabra, ‘debe’ por ‘puede’,
modificó este capítulo por completo. Y es que ahora la empresa no
‘debe’ llamar a este personal para cubrir el pico de demanda en estos
meses –motivo por el cual, recordemos, se crearon este tipo de contratos- sino que ahora ‘puede’ llamarlos, haciendo que algunos trabajadores no sean llamados durante todo el año.
En la actualidad está abierto el periodo de negociaciones de un nuevo convenio
cuya próxima reunión tendrá lugar este mismo mes. En ella, la empresa
ha planteado la necesidad de hacer una reestructuración que eliminaría
134 secciones (es decir, carteros).
Faltan trabajadores y hay gente entre la que elegirlos
Según me cuentan los trabajadores, día a día las oficinas notan la falta de personal y el daño que están haciendo las reestructuraciones. “La
zona que antes cubrían dos carteros ahora la cubre uno y las cartas
pequeñas, fáciles de transportar, se han cambiado por los paquetes de
los pedidos por Internet que abultan más en el carro haciendo que
tengamos que hacer más viajes, son más pesados y no podemos dejar sin vigilancia”.
Unas condiciones que tienen repercusión en los usuarios
quienes pueden apreciar como el periodo de envío de una carta ha pasado
de un máximo de cuatro días en la Península a prácticamente una semana.
Duplicándose los plazos si hablamos de pedidos internacionales como
puedan ser los realizados a través de Amazon. “La gente tiene que empezar a reclamar si un pedido se demora. Hay que llenar las oficinas de reclamaciones”, piden los trabajadores.
“No
me resigno a vivir así otros siete años, esto es una estafa. No pararé
de luchar por lo que es mío, me gané mi plaza el día en que aprobé ese
examen y voy a luchar por ella todo lo que pueda y más”, asegura otro de los trabajadores.
Una lucha que se está disputando en todos los rincones del país con marchas en Salamanca, huelgas
boicoteadas en Majadahonda o manifestaciones en Madrid capital y que
ven un rayo de esperanza con las victorias en los juzgados de Barcelona
aunque aún queda mucho recorrido.
"Estamos
siendo boicoteados por la empresa a todos los niveles, nos nos dejan
respirar y nuestras voces no resuenan en las grandes portadas. Nadie ha
querido escucharnos excepto algunos políticos como Simancas, Errejón o
Coscubiela. Lo único que pedimos es que se conozca nuestra situación y
dejen de estafarnos, nos ganamos nuestra plaza y es lo único que
queremos.
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